Cosa rara la inspiración... viene cuando no se la llama y deja su huella en todo medio que esté al alcance de la mano: pared, blós, hoja suelta.
Cuantas veces necesitamos ese poquito extra para poder escribir una cosa y se nos es negado sin explicación, hasta que un día cualquiera no podemos parar.
Desencadenada por un beso, por una secuencia insólita en la calle, a veces por sustancias ajenas al cuerpo y a veces por el mismo tedio, nos encontramos ante la pantalla en este caso, haciendo alarde de vocabulario y verborragia sin tener algo realmente potable que expresar, esclavos de la inspiración. Porque, si te fijás, no estoy hablando realmente de algo; estoy dando vueltas sobre un tema equis (x) que ubiqué en la parte superior a modo de título, y ahora estoy procediendo a irme por las ramas inventadas de este asunto.
Pero retomando. Lo que me motivó a escribir esto fue la falta, justamente, de tópico. Tengo un blog (este, el que estás leyendo) y hace meses no lo actualizo, entonces pensé... (sí, pensé) si alguien sigue esto -facu, fiel lector- debe querer ver algo nuevo. Porque lo mismo mucho tiempo aburre.
¡Viejo vicio humano!
En seguida nos cansamos de las cosas; de las cosas materiales claro está, porque de la esencia de las cosas no nos embolamos... a modo de ejemplo:
Escuchar siempre el mismo CD aburre, entonces compramos otro.
Ahora la esencia del hecho -escuchar música- se mantiene.
Estar con la misma también, entonces buscamos otra.
Pero el hecho -ser, estar, fornicar- se mantiene, perdura en nuestra lista de cosas que nos gusta hacer.
Que fácil que es irse por las ramas. ¡Menos mal que iba a retomar!