martes, 30 de septiembre de 2008

lunes, 1 de septiembre de 2008

Lunes otra vez

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Lunes

Hoy desperté, obligado como siempre... con una reflexión recurrente y con un sentimiento que ya conozco de antes.
Estoy haciendo lo que quiero? qué quiero?
Estudio y también trabajo, lo cual es suficiente para ser visto con buenos ojos por cualquier señora de más de 40. El problema de todo esto es que realmente no importa qué es lo que uno hace, sino que tal actividad sea generadora de felicidad.

Joder

Creo que sería inmensamente feliz viviendo en una isla del delta del Paraná, si supiera cómo autosustentarme ya estaría radicado en una porción de sedimento lo suficientemente grande como para albergar una casita modesta, unos animales de granja y un huerto.

Voy a echarle la culpa al sistema por crear seres dependientes del mercado.

Mi abuela me decía casi indignada "antes las mujeres le hacían la ropa a sus hijos"
Este comentario, tan usual entre los nonos (que viven pensando en cómo eran las cosas en sus tiempos) está lleno de un pensamiento profundo un poco inquietante:
Es cierto, hoy en día somos todos unos inútiles automatizados... de casa al trabajo, nos apilamos en el transporte público, no tenemos tiempo para nada fuera de la rutina, vivimos en el humo de los coches, entre nuestras propias vibraciones negativas, saturamos el ambiente con ruido y sustancias contaminantes, envejecemos y nos damos cuenta de que antes estabamos mejor; "antes"

Vivir en el pasado no resulta funcional al presente; vuelvo y sigo sintiendome igual.
De todas maneras toda mi vida estuvo marcada por la inconstancia: desde el secundario no pude terminar nada de lo que empecé... el cbc, el curso de office, el gimnasio, teatro, las sesiones de psicología. ¿Se supone que tengo que aceptar esta realidad inconstante y sentirme resignadamente feliz por ser como soy?

El Observador